El diluvio obligó a los semitas que vivían en Sumeria a trasladarse a Canaán donde ya se encontraba Abraham. El patriarca estaba solo y 'Dios' le dió millones de hijos; todos aquellos inmigrantes que de pronto arribaron a Canaán. Los anteriores cananitas celebraban rituales para impedir que Baal reapareciera en su más violenta manifestación.
A Baal se lo representaba con mazo y lanza y corona de cuernos que indicaba la bravura del toro. Los semitas adoraban a "El" y consideraron a "Baal" como una auténtica manifestación maléfica; es por esto que se quema en la hoguera a los que temen al Baal y lo respetan.
Al final Baal fue incorporado a las Sagradas Escrituras semíticas como el Príncipe de las Tinieblas, El Señor del Mal, Mefistófeles, el Ángel de la Perdición y la Muerte del Alma.
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